Al lado de todas las diócesis del mundo, al lado de todos los creyentes y al lado de todos los demás dicasterios de la Curia Romana, también nosotros, como Dicasterio para la Comunicación, nos hemos preguntado cómo hacer frente a la invitación a participar en el proceso sinodal. ¿Cómo hacer para que nuestra contribución no se limite a «amplificar la voz del Papa», sino que se convierta en una oportunidad de conversión sinodal, que nos concierne a todos? ¿Cómo podemos redescubrirnos como «miembros unos de otros» incluso en un organismo de la Curia Romana? ¿Cómo podemos adherirnos a la invitación del Papa Francisco de escucharnos y oírnos unos a otros?
Esto ha llevado a la creación de un calendario de citas semanales que pretende ofrecer a las personas que trabajan en nuestro dicasterio una oportunidad para reunirse y reflexionar juntos. Al ser un dicasterio «extragrande», nos reunimos en grupos de 20 a 25 personas, invitadas por los distintos sectores, por lo que también se convierte en una oportunidad para conocernos mejor. Nos encontramos en la Palazzina Leone XIII, en el corazón de los Jardines Vaticanos, la más alta (y también la más bella) de las sedes de nuestro dicasterio.
Comenzamos invocando al Espíritu Santo, el único protagonista que puede dar fruto a nuestro pequeño empeño. A continuación, se lee un pasaje de la Palabra de Dios con un breve comentario, sabiendo que la propia Palabra de Dios puede dar lugar a las preguntas adecuadas para escuchar lo que el Señor quiere decirnos, a partir de nuestro trabajo, de nuestro estar juntos y de las historias personales de cada uno. Tras una breve reflexión personal en silencio y un momento de convivencia, la asamblea se divide en pequeños subgrupos (4-5 personas) para que la experiencia de diálogo y escucha mutua sea lo más concreta y efectiva posible. Al final, volvemos a la asamblea inicial, y cada persona informa de lo que más le ha llamado la atención de lo que ha escuchado.
En las reuniones que ya han tenido lugar, hemos visto en el trabajo un creciente deseo de redescubrir una calidad humana, y un sentido de pertenencia a una comunidad que no es sólo una comunidad de trabajo, que a veces en la vida cotidiana está enterrada por la fatiga, las preocupaciones y los problemas que hay que resolver. Esta experiencia, aunque breve, de escucha y discusión ha reavivado implícitamente la vocación a la comunión que debe expresarse también en nuestro compromiso laboral, con la mirada cada vez más dirigida hacia aquellos por los que hemos sido llamados a este servicio en la Santa Sede. Junto con nuestra gratitud al Señor que bendice nuestros «esfuerzos sinodales», nos queda el deseo de atesorar lo que recogemos en este viaje, para ser cada vez más comunidad y responder cada vez más a lo que el Papa Francisco pidió en su felicitación de Navidad a la Curia Romana: «La Curia no es sólo un instrumento logístico y burocrático para las necesidades de la Iglesia universal, sino que es el primer organismo llamado a dar testimonio, y precisamente por eso adquiere cada vez más autoridad y eficacia cuando asume en primera persona los retos de la conversión sinodal a la que también está llamada. La organización que tenemos que poner en marcha no es corporativa, sino evangélica».
Equipo sinodal del Dicasterio para la Comunicación